“El florecer de una rosa negra.”

**Entre los pasillos conglomerados por un numero considerable de jóvenes y maestros, se siente el propagar de un perfume tenue, dulce y sutil, símil al expelido por la rosas cual exclamante oración dirigida hacia su hermosa Diosa madre: La Luna; particular hedor seductor y delirante que sirve como preámbulo a la aparición de un joven individuo, cuyas largas fibras capilares grisáceas danzan al compás armónico del fluido oscilar de sus caderas, recayendo a su vez hacia su delantera, para así, de la forma más vil cubrir lo bello y hermoso de sus facciones faciales con una densa proyección sombría que solo dejaba relucir plenamente lo negro y brillante de aquel labial que recubre sus carnosos labios. Nadie le conocía; nadie le hablaba, más él sintiéndose observado simplemente se mantiene inmerso en sus lacónicos pensamientos, sosteniendo con su enguantada mano siniestra un fólder negro, donde aparentemente estaban todos sus respectivos datos que se le fueron pedidos varios días atrás por una dulce dama que le llamó de parte de la directora; su voz era frágil, deleitante y un tanto seductora, más su nombre, no lo recordaba.

Luego de varios minutos de caminata entre pasillos, escuchando de vez en vez el murmurar de los alumnos que se preguntaban entre si, quien era aquella “Señorita” o debatían para sus adentros si en verdad era una “Señorita” como le llamaban; más él, sin importarle, levantando sutilmente su porcelánico rostro, admira a un alumno salir de la oficina a la cual bebía presentarse y sin más, al llegar a la puerta casi al punto de cerrarse, toca un par de veces para anunciar su llegada, esperando la invitación para su irrumpir dentro de aquella área de trabajo.**

**Al momento que parsimoniosamente la puerta de aquella oficina se abre, es carcomida y apoderada por un intenso hedor a rosas, el cual, se apodera e impregna con su friccionar todo elemento de la zona, adecuándola para el entrar fluido de aquel aparentemente joven maestro de características andrógenas.**

“Buen y hermoso día, Señorita.” –Cada uno de sus vocablos surgen entre sus plexos labiales con la dulzura y la delicadeza propia de un seductor y un romántico, fluyendo cual néctar entre las corrientes tenues de viento que se internan por la puerta entre abierta a su espalda mientras aquellas orbes doradas como la miel misma se fijaban sobre las de aquella dama de forma penetrante y ensimismante al unísono que le escucha.-

**Fue así, como en silencio y comprendiendo lo ocupado de aquella dama simplemente se acercó a su escritorio posando su debida documentación sobre este y luego tomar los que se le son otorgados y la respectiva llave de su habitación.**

“No siendo más, con vuestro permiso y disculpe la molestia...¡Hmph!” –Su susurro se escucha a lo bajo, distinguiéndose cierto gesto de disgusto mientras lentamente daba media vuelta para así disponerse a salir de aquel lugar cerrando la puerta tras su pasar.- “…”