Con la respiración algo agitada o perturbada
llega por fin a su dormitorio, el “1ad”. Emocionada por la simpleza de
introducir su llave en el cerrojo de la perilla y así, abrir la puerta para
entrar a su habitación, adentrarse y examinar con algo de disimulo cada una de
sus formas, tamaños y objetos en los que sin duda, el que más ha llamado su
atención es la cama, la cual pareciera invitarle a tomar un descanso después de
días de no dormir, algo que en este preciso momento no puede darse el lujo de
recibir, pues tiene clases. Deja sus cosas sin desempacar sobre la cama,
incluido el uniforme que acabara de obtener por parte de la dirigente del
plantel.
Sale, no sin antes cerrar como es debido la puerta, para evitarse los incómodos
problemas de dar explicaciones de lo que cargase consigo la joven bruja. Entonces,
en dirección hacia el salón de Universitarios, con expectativas algo mayúsculas
para lo que seguramente percibirá. Los pensamientos en su cabeza fueran tan abstractos como la misma incógnita del vivir.