Nostalgia de primavera

Primavera, la estación favorita de Isabella Lehane. Todo era tan mágico que el solo roce de los rayos del sol contra su piel la ponía feliz. Evidentemente prefería pasar tiempo rodeada de naturaleza que de personas que consideraba inferiores y sin gracia alguna. Toda la vida se había sentido superior a los demás, en parte por su marcada inteligencia aunada al prestigio que el apellido "Lehane" tenía en Inglaterra.

Aquella tarde, el sol brillaba con intensidad, más sin llegar a calentar demasiado pues la temperatura se mantenía fresca. De vez en vez algunos grupos de aves cruzaban el cielo tan azul como los ojos de la joven que miraba el solitario lugar con notable interés, buscando el sitio perfecto para disfurtar del paisaje primaveral que tenía alrededor. Pasó entre lilas, rosas, margaritas, claveles... y muchas más flores de vivos colores y enervante y encantador aroma hasta que adentrándose un poco más en el jardín pudo visualizar su lugar ideal: Había un gran roble en medio de un claro. A un lado del árbol crecía un sendero de rosas apenas en botón que se dirigía hasta el camino de asflato que era usado para andar por aquél sitio.

Una fresca brisa llenó el ambiente al momento de posarse bajo el follaje del árbol. El viento comenzó a sentirse un poco más fuerte y hacía que las ramas se movieran pesadamente, mientras el cabello negro de Isabella se revolvía. Llevó ambas manos hacia arriba para acomodárselo en una coleta que se dejaba caer desde su hombro hasta la cintura y tomó asiento arreglando la falda blanca, intentando arrugarla lo menos posible.

Suspiró casi con melancolía. No quería decírselo a su hermano para no parecer vulnerable, pero ella tambien extrañaba su adorada Inglaterra. No era lo mismo vivir en una casa llena de lujos y comodidades, disfutando de fiestas de sociedad, asistiendo al mejor colegio, pasando los días con amistades de su mismo nivel... que residir en una escuela japonesa. Los japoneses nunca terminaron de caerle bien... demasiado simples, poco auténticos, llenos de fanatismos estúpidos... pensaba ella. Sabía que tal vez las razones de Max eran diferentes, pero a final de cuentas la nostalgia era la misma, con la diferencia que para ella era más difícil exteriorizarla.

Recargó la espalda en el tronco del árbol mientras tomaba un mechón de cabello entre sus dedos, jugueteando distraídamente. Su mirada permanecía fija en el verde pasto que estaba bajo sus piernas y adornaba la superficie a su alrededor. Sus recuerdos, estaban en Londres.